Nuevo México, 1947. Algo arde en el cielo provocando un ruído ensordecedor. Llamas abrasadoras envuelven un engendro mecánico de forma ovalada que surca el cielo con claras intenciones de abrir una brecha en el suelo. El estruendo y sucesivo impacto es escuchado por William "Mack" Brazel en su rancho, a unas 60 millas de la pequeña villa de nombre Roswell sita en mitad del desierto, el ranchero inmediatamente se dirige al lugar con su rebaño. Unas millas antes del lugar del impacto, Brazel encuentra restos, escombros extraños de lo que parece un accidente aéreo. Ni corto ni perezoso recoge unos cuantos y, después de un par de días, los carga en su camioneta y los lleva al pueblo para mostrárselos al sheriff local George M. Wilcox el cual inmediatamente telefonea a una base militar estadounidense cercana: La Roswell Army Air Field, donde la flor y nata de la aviación militar (nuclear) se encontraba ubicada.
A partir de este momento la historia se lía: Dos militares (Major Jesse Marcel y Sheridan Cavett, este último oficial de contra-inteligencia) acompañan a Brazel que les lleva al lugar en el que encontró los restos y les ayuda a buscar el del accidente, millas adelante. Unos días después, el granjero empieza a hablar de las maravillas que ha visto durante su excursión hasta que, misteriosamente, desaparece para volver a aparecer al cabo de una semana, pero calladito y con un gran camión de regalo. Fuerzas militares se dirigen al lugar del impacto y lo limpian en cuestión de días de detritus transportando los restos en camiones al posteriormente famoso Hangar 84. Empiezan los rumores...
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