jueves, agosto 25, 2005

II Gran Guerra

Algo está cambiando... Por primera vez desde que empecé a escribir en mi blog, los visitantes con Firefox supera el 25% de la gente que entra a insultarme. La cordura comienza a imponerse...

Hace unos cuatro años M0c0s0ft destrozó con su explorador de internet al poderoso netscape hasta el punto de hacerlo desaparecer del mercado. Casi un lustro después mozilla volvió a la carga con Firefox.

Internet Explorer Vs Firefox:

No voy a aburrir con detalles técnicos, sólo una mínima comparativa por la que considero que a estas alturas usar el navegador que trae windows por defecto es algo así como un suicidio.

- Seguridad: Se ha hablado mucho al respecto de los motivos por los que ocurre. No interesa, a día de hoy Firefox es muchísimo más seguro que Explorer. Explorer está incluido en el núcleo de Windows (no es un programa aparte como el zorro), lo que hace que atacar dicho navegador sea lo mismo que atacar el sistema operativo. Éso unido a que no existen métodos de defensa anti-spam, anti-PopUp, anti Spyware y un largo etcétera, lo convierten en una bomba de relojería.

- Rapidez: Internet Explorer es más rápido que Firefox (ehhh, guardad los cuchillos), pero sólo a la hora de cargar el programa y no a la hora de navegar (se escucha un suspiro de alivio en la sala).

- Stándares: El navegador de Mozilla respeta todos y cada uno de los stándares que existen en internet, lo que hace que la comunidad desarrolladora (Cheche, por ejemplo) esté deseando que lo utilicéis para que así veais lo que se supone que se ha desarrollado y no lo que al navegador le apetece mostraros.

- Los maravillosos tabs: Si bien es cierto que Maxthon ( http://www.maxthon.com/ ) que no deja de ser una versión del Internet Explorer los implementa, la gozada que supone instalarse un pequeño programa como Firefox y poder tener en la misma ventana todas las webs abiertas navegando por ellas mediante pestañas, no tiene precio. Se acabó colapsar la barra de tareas (lo que está al lado de la tecla de inicio... que nos conocemos).

Y ya sabéis, si os he convencido y lo probais, no cambiaréis. Y, por supuesto, a mí me podéis seguir diciendo que usais el Explorer aunque sólo sea por llevar la contraria. Saludetes.

Está sonando: Avec Tristesse - A View of the End

lunes, agosto 22, 2005

Arena Blanca

Hay algo intrínsecamente bello en la costa gallega. Quizá sea su mar, que baña sus costas con creciente pujanza a medida que el plenilunio se acerca. Quizá sus rocas, cubiertas con un delicioso mural de crustáceos que acaban siendo servidos en las más caras mesas del mundo, o puede que su arena blanca, completamente natural y cuya mirada con una lupa de suficiente potencia ofrece un espectáculo apasionante de fragmentos microscópicos de concha. No lo sé. El hecho es que lo hay.

Al norte de Galicia hay una pequeña zona llamada "Serra da Capelada" en la que los caballos de las poblaciones vecinas son criados en libertad. Por las tortuosas pistas que avanzan entre riscos, caballos, penumbras y nieblas se llega a un pueblecito, en lo más alto de las montañas y clavado en un acantilado, llamado San Andrés de Teixido. Muchas leyendas gallegas se originan en la aldea y el antiguo santuario que cobija. A apenas un kilómetro de allí se encuentra Vixía de Herbeira.

No se tiene constancia, al menos en la costa occidental europea (fiordos noruegos incluidos) de la existencia de un acantilado de mayores proporciones. Más de 600 metros de caida libre desde el mirador natural de Vixía de Herbeira hasta las rocas que son golpeadas por el mar. Es un espectáculo de imponentes sensaciones que, como prácticamente todo en Galicia, se encuentra olvidado salvo por los parroquianos del lugar y unos cuantos gallegos afortunados. Es como si Atlas hubiese esculpido a pico y pala ese litoral por el mero interés de jugar un frontón con alguno de sus titánicos familiares, familiares que, por otra parte, agitan el océano dándole ese impresionante aire salvaje a la costa que me vio nacer.

¿Nostalgia? Pálido tributo.

Recordando: El batir de las olas contra las rocas