Lo curioso de esa palabra (mameluco) es que no tiene ningún motivo para resultar insultante. Los mamelucos eran esclavos turcos (o caucásicos) convertidos al islam en lo que hoy en día es Egipto. Una vez deportados a aquellos lares, su vida comenzaba de nuevo a caballo entre la mezquita y el patio de armas de algún mercader o noble próspero, contituyéndose en cuestión de años como un guerrero sumamente respetado y hombre libre al servicio de su comprador.
El hecho de tener un trasfondo común entre sí, hizo que los mamelucos se sintiesen identificados los unos con los otros, lo que abocó a una unión que dio lugar a un reino. Eran, en definitiva, esclavos reconvertidos en príncipes. Salvaguarda de ciudades santas y defensores de la tierra prometida durante las cruzadas del invasor cristiano, este pueblo fue reconocido por derecho propio como uno de los imperios árabes más poderosos durante casi tres siglos hasta la derrota sufrida ante el sultán otomano Selim I en el siglo XVI de nuestra era. Si bien sus raices pervivieron.
Mameluco Otomano - Mameluco napoleónico
Siglos más tarde, Napoleón invadió Egipto con el fin de controlar las rutas comerciales inglesas con la India. Tras cruentas batallas con los mamelucos, que volvían a controlar el país, la victoria del bando francés fue un hecho, lo que a medio plazo casi provocó la casi extinción de sus rivales. Aprovechando el declive de los antíguos gobernantes después de la guerra, Mehmet Ali (enviado del sultán otomano) se hizo con el control del país. El pachá árabe sabía que los mamelucos retomarían el control en cuanto se recuperasen de la batalla de las pirámides, así que elaboró una estratagema: Invitó a los antíguos dirigentes a una fiesta en su nuevo palacio y ordenó a sus hombres que los emboscasen de camino a ella. 24 príncipes y 400 miembros de su corte fueron aniquilados dejando de esta manera el poder absoluto en manos del nuevo elegido del sultán otomano. Básicamente algo parecido a lo que había hecho Vlad Tepes con sus aspirantes voivodas, pero sin mondadientes por en medio.
Está sonando: Ghost Circus - Let It Flow
9 comentarios:
jíBaro
Vaya vena te ha entrado con esto de contarnos cosillas de culturilla. ¿Hay algún motivo oculto? ¿Lo haces de forma desinteresada y altruista? ¿te atacaron una plaga de hormigas locas (nueva variedad de vacas locas) y de ahí tu nuevo estado? ¿alguien más se hace estas preguntas o quizas el que ha sufrido un ataque "hormigal" he sido yo?
PD: creo que escuchr amaral me produce alucinaciones... ¿o será por saltarme a la torera lo de vivir 16 horas-dormir 8 un día tras otro?
Al tarado que me corrige las supuestas faltas:
http://es.wikipedia.org/wiki/Jivaro
No seas merluzo.
A Zepa:
Digamos que me aburro un huevo y medio en el curro. Supongo que en cuanto cambie de trabajo no podré postear, así que ahora me desquito.
:P
www.rae.es
Saludos merluzos.
No sé por qué no me sorprende tu comentario, igual te crees que no había consultado la rae antes de escribir el post. Aunque bueno, ya demostraste ser limitado una vez, no hay motivos para pensar que puedas haber aprendido algo desde entonces.
Te diría que leyeses unas cuantas cosas, pero sé que no lo harías, leer y tú sois incompatibles.
Venga besuguín, un saludo.
PD: Me sorprende que sigas entrando.
Curiosidad literaria-cultural-friki: lo de usar mameluco como insulto... ¿sabes de dónde viene?
Pues de Las Aventuras de Tintín; es uno de los epítetos que profiere el Capitán Haddock en alguno de sus pintorescos (y frecuentes) accesos de ira: "Ectoplasmas! Antropófagos! Mamelucos! Bachibouzouks!"
Oh, Capitán, mi Capitán...
Jajaja, gran aporte, como siempre. Anque yo siempre pensé (bueno, siempre no, sólo cuando terminé de leerme las últimas cosillas de este pueblo) que se utilizaba como insulto por mor del regimiento mameluco acuartelado en Carabanchel, que participó en el intento de represión del levantamiento del 2 de Mayo.
Aunque claro, lo de Haddock es mucho más... romántico.
Al parecer, jívaro y jíbaro son dos formas válidas de decir lo mismo.
¡Bingo!
:)
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