Cuando algo te sacude no tienes más remedio que mirarlo y sonreir. Hay cientos, miles de razones por lo que hacerlo: Un abrazo, un beso, una caricia suya es más que suficiente para sacar de tí lo que tantos y tantos segundos de tristeza creías que habían evaporado: Alegría. Ella estuvo ahí todo el tiempo y, sin embargo, no os conocíais. Quizá os hubieseis visto en algún momento, quizá un cruce de miradas en el metro, quizá...
Y entonces te golpea, la miras por un momento y sonríes sabiendo que sólo éso puedes hacer. Porque el golpe ha sido lo más delicioso que has sentido desde hace mucho tiempo y el tiempo es precisamente lo que te ha hecho percibirlo como algo delicioso. Buscas el momento y el modo, buscas la sustancia, la buscas a Ella y cuando dejas de buscar es cuando la encuentras... o cuando Ella lo hace.
Creamos por un momento que existe. Creedlo aunque sólo sea porque su mera existencia genera un nuevo motivo para pensar que la vida merece la pena.
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