Como todo el mundo que entre por aquí sabrá, el amigo de los niños George W. Bush ha derrotado de manera democrática al candidato demócrata Kerry.
Es cierto que ha habido problemas con las famosas pantallas táctiles ( El grupo independiente dijo que había recibido 1.116 quejas a última hora de la tarde relacionadas con una amplia serie de las máquinas) y que, según palabras de una de sus directoras de tecnología, "Nos da la incómoda sensación de que sólo estamos viendo la punta del iceberg". Pero ésto no debe cegarnos ante la problemática fundamental:
El pueblo americano padece de un serio problema de aislamiento internacional.
Sólo así podemos explicar el hecho de que los habitantes de ese gran país (y no lo digo irónico) sean tan sumamente ombliguistas como para no ver (o querer ver) el daño que sus dirigentes han hecho y están constantemente haciendo al mundo. Y no hablo de haber abolido una de las dictaduras más sangrientas y autoritarias de cuantas quedaban, invadiendo un país "libre" (ya te vale Moore, Farenheit 9/11) con la absurda excusa del "War on terror" que propugna el absurdo personajillo que regenta el mundo. Hablo de las consecuencias abrumadoramente negativas que su acción ha traido al planeta, hablo del incumplimiento sistemático de la cumbre de Kyoto, hablo de su constante desafío a todas cuantas resoluciones de la ONU (patética ONU por otra parte) han salido, hablo de su apoyo al genocidio israelí o del recrudecimiento del embargo a Cuba.
Cuando uno se llena de poder, lo último que desea es perderlo. ¿Verdad Mr Ánsar?
Me voy a clase. Besos.
1 comentario:
El problema de la autoridad es uno de los muchos con los que se tiene que enfrentar el ser humano. Tenemos el gravísimo problema de ser seres sociales.
Mucho se ha elucubrado sobre las propiedades de la sociedad. Yo tiendo a interpretar una sociedad como un todo orgánico -ya conocemos todos la metáfora, cada individuo una célula, y sí, también hay células cancerígenas-.
Con la globalización surge la necesidad de conseguir que se constituya un todo orgánico mediante la fusión de todas las sociedades que pueblan la tierra.
Pero el beneficio de unos supone el prejuicio de otros. Quizás los americanos prefieran perecer cometiendo un exceso, antes que vivir en la mediocridad. Al fin y al cabo ¿quién decide qué es lo absolutamente bueno?
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