jueves, mayo 31, 2007

Guerreros: Guardia Varega

El Monasterio de Lindisfarne, en el año del señor 793, es el primer escenario en el que se registra un ataque vikingo. La conmoción en la Europa cristiana es impresionante: Habían pasado siglos desde que un grupo armado entrase por última vez en la casa de Dios destruyendo todo a su paso y asesinando por igual a religiosos y gente llana. El lugar, absolutamente saqueado, es pronto noticia en Roma.

Mientras tanto, a cientos de kilómetros de distancia, en el mar Báltico, un grupo de aguerridos guerreros escandinavos de cabello tan largo como sus barbas pero sin cascos con cuernos, se disponen a penetrar en el territorio de lo que luego se llamará Rusia y que ellos bautizarán, ya por aquel entonces, como Rus.

Remontando sus ríos, conquistando los asentamientos eslavos y avanzando con los drakkar sobre troncos cuando detectaban otro río navegable razonablemente cerca, los seguidores de Odín llegan un tiempo más tarde a territorio romano oriental: Constantinopla, capital del Imperio de Bizancio y cuna de maravillas. Impresionados ante la riqueza de la ciudad, los vikingos deciden que deben hacer lo que mejor saben: Saquearla. Por seis veces lo intentarían siendo rechazados todas ellas aunque a un alto coste.

Unos años más tarde, cansado de los frecuentes asaltos a sus tierras y necesitado de tropas por mor de una cruenta guerra civil. Basilio II, emperador del Imperio Bizantino, llega a un acuerdo con Vladimir de Kiev, príncipe del Rus, mediante el cual un grupo de unos pocos miles de vikingos varegos pasarían a formar parte de su ejército como mercenarios de élite y fuerza de choque. Todo lo que tuvo que ofrecer a cambio del pequeño poderoso ejército era la mano de su hija (y supongo que una generosa dote). Se trata, por supuesto, de la guardia varega original.

Pasan entonces 400 años en los que nuestros protagonistas llegan a ser la unidad más temida (y mejor pagada) de los ejércitos europeos. Suya en gran parte es la toma de Sicilia, Lombardía, Bulgaria y un largo etcétera de territorios conquistados, o reconquistados, por Bizancio. Si bien sus labores como guardia personal, ceremonial y diplomática son también destacadas por los historiadores, así como la ayuda estratégica de algunos de sus capitanes a los generales romanos, sobre todo en batallas navales.

Como muestra un botón: Durante la dirección de Harald Hadrade, vikingo de más de dos metros y proclamado rey de Noruega tras abandonar Bizancio, el Imperio Romano de Oriente no perdió ninguna batalla naval en todo el Mediterráneo.

Está sonando: Amon Amarth - The Pursuit of Vikings

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