- Es como un vals - me dijo - fuerte en el primer tercio, que luego se diluye.
- Entiendo - dije, sin entender realmente nada.
- Así que lo único que tienes que hacer es aguantar el tirón inicial y luego el pez es tuyo.
Busqué refugio en mi copa pero estaba vacía.
- Voy a echarme otra.- dije, señalando el vaso.
- Claro tio, a ver si te vienes algún día.
- Sí, sí, lo vemos.
No conocía de nada al hombre que se había puesto a hablar conmigo, de hecho, no conocía a nadie de los presentes. Fui hasta la barra y busqué el whisky, pero esta cuadrilla de abstemios sólo tenían licores suaves. Me eché un vaso de licor de granadina.
De pronto, la botella se me escurrió de las manos y cayó al suelo rompiéndose su fondo. Me agaché a recogerla y lo vi claro: los dientes como sierra de lo que antes había sido un redondeado fondo de cristal goteaban con un líquido rojo sangre. Me erguí y...
- ¿Y?
- Y le juro señor agente que no recuerdo nada más.
1 comentario:
Me gusta.
Sobretodo la parte final, la imagen que describes se visualiza perfectamente, me gusta la sensación que da.
Muy bueno.
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