Bandas sonoras

Como decía John Cusak en la estupenda película Alta Fidelidad, grabar una cinta para alguien es un arte. No sólo tienes que controlar (o deberías hacerlo) los ritmos, la canción que empieza y la canción que termina, también tienes que controlar la duración del disco y equilibrarlo de modo que no resulte demasiado complejo de oir. Pero sobre todo, lo más importante para no cagarla, es que no debe resultar petulante. La cinta no la vas a escuchar tú (o al menos no tú solo), no supongas que la persona a la que se la regales le va a gustar por el mero hecho de que las canciones que has incluído a tí te gustan.

Parece algo básico, ¿no? Creo que lo es. Nunca se me ocurriría incluir un tema de Combichrist, aunque me encante, a un amigo que escuche rock setentero. Quizá sí lo haría con alguna canción de Elusive, pero el electro-dark lo dejaría para otro tipo de gente. Y el caso es que parece que no lo es. Me he metido yo solito en un jardín al proponer un modo democrático para la selección de canciones que sonarán durante el fin de año. Y aquí me encuentro, confeccionando una lista infinitamente heterogénea e intentando hacer malabarismos para que cada uno de los que asistirán tengan su representación garantizada durante la fiesta nocturna.

En fin, son las 2.32 de la noche, esto me está quedando increíblemente confuso y tengo sueño. Estoy subiendo el archivo "en bruto" mientras selecciono grosso modo las canciones de entre el chorreo que he recibido... y la verdad, tampoco tengo muy claro que merezca la pena el esfuerzo, porque a partir de cierta hora de la noche nos va a dar igual lo que estén escupiendo los altavoces.

Ea, al menos así desoxido el blog.