El horario es peor, el trato también lo es, la distancia a casa es mayor y todo, en definitiva, hace que me plantee seriamente si no aceptar alguna de las ofertas que hasta ahora había rechazado con excesiva ligereza. ¿Un paso más para llegar a convertirme en uno de esos ogros de mi oficina y perder lo que me queda de niño? ¿O sólo ha sido culpa del miedo al primer día que, desde críos, atenaza a todo el que empieza algo nuevo sin tener muy claro el por qué ha de hacerlo? Chi lo sa. Sólo espero no quemarme demasiado pronto y no entrar en la monotonía de lo cotidiano.
Está sonando: Die Verbaten Kinder Evas - Mistrust
2 comentarios:
creo que intentar no quemarse es una buena idea, aún nos queda mucho por trabajar :)
Si trabajase algo... pero el poco trabajo que me dan en este "ilusionante nuevo proyecto" es algo tan complicado como flotar en el Mar Muerto.
Paciencia...
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