martes, julio 12, 2005

Editado: Para pensar un poco (menos)

EDITADO: Tras las críticas (privadas) recibidas he decidido alterar el orden de manera que, creo, queda más claro. Y aunque para mí pueda perder parte de la gracia, supongo que así hasta el Mindundi podrá entenderlo. Salud.

He escrito un texto corto. Su estilo es muy Stephen King extremo. Frases cortas y directas al hígado. Me gustaría que me dijeséis qué os parece y vuestra interpretación, aunque sé que no lo hará casi nadie. Flojos. Último intento para atraeros a su lectura: Es un thriller.


S.K.


La entrega había sido sencilla. El bulto fue dejado en el punto de encuentro dos horas antes de que fuesen a buscarlo. Ahora sólo restaba que el mensajero se presentase y el encargado no hiciese ninguna tontería.


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El reloj tras el mostrador marcaba el paso inexorable de los segundos. La luz blanca de quirófano daba una sensación de quietud jamás rota. Nadie compraba allí nunca, el vacío era el único compañero del encargado.


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Poco a poco se acercaba la hora en la que todo comenzaría. Lo habían planeado durante semanas que transcurrieron veloces. Los últimos minutos no parecían terminar nunca. La puerta estaba echada con el cartelito de abierto a media altura. Siempre está abierta y cerrada a la vez, pensó al llegar hasta ella.


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El fardo pesaría unos 100 kilos. Los dos hombres sudaban copiosamente pese a la nieve que caía a su alrededor mientras arrastraban el bulto desde la cuneta hasta el maletero del vehículo. Cinco minutos más tarde se ponían en marcha. Un rastro espeso de sangre violaba la virginidad de la nevada.

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El tintineo de la campana le indicó que alguien entraba en el establecimiento. Un hombre de mediana estatura y pelo negro corto se acercó con andar algo titubeante. La escopeta estaba en su sitio. La campana volvió a sonar.

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Al fin llegaba a algún sitio. Los carteles que anunciaban una gasolinera no habían fallado esta vez. Apuró el paso hasta llegar a la puerta y se introdujo en el establecimiento cerrando la puerta a su paso.

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Se acercó al mostrador cojeando. Había sido un largo y difícil camino. El encargado no parecía muy contento de verle. La campana sonó de nuevo asustándole. El giro terminó antes de tiempo, una bala se alojó en su costado salpicando al hombre que acababa de entrar. Cayó muerto. Sonaron más disparos, pero ya no podía escucharlos.

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Corre. Derecha, salta la roca. Sólo cien metro más. ¿Por qué se ha complicado tanto todo? Al menos la furgoneta parece estar en su sitio. Quieto, un coche parado a su lado. Rápido, contra el muro. Tranquiliza el pulso. ¿Qué hago? Salgo andando tranquilo hacia allí, seguramente no sea nada más que un coche parado. Quieto, ¿cómo no te has dado cuenta antes de la sangre? Fuera la chaqueta. ¿También la camisa manchada? Bueno, puede pasar por ketchup de una hamburguesa... o yo que sé. Anda y tranquilízate que pareces imbécil. Joder qué frío hace.

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Disparos, algo había salido mal. Se suponía que todo ocurriría sin violencia. Encendió el motor de la furgoneta. Aún tenía las luces apagadas cuando vio que un coche negro se introducía en el descampado. Activó los limpiaparabrisas.

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Dentro de la furgoneta había alguien, podía ver el color amarillo-rojizo de un cigarro encenderse rítmicamente. Apagó las luces y el motor. Miró a su compañero y asintieron. Bajaron del coche.

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Sacó la pistola al ver las dos figuras plantadas delante de la ventanilla y se acercó vacilante no muy seguro de cómo actuar. Una de ellas echó a correr bruscamente hacia el coche negro aparcado a unos metros mientras la otra se desplomó en el suelo. Disparó sin acertar al que corría. Se introdujo en el coche y arrancó derrapando sobre la nieve. Sonaron más disparos.

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Vio al hombre desangrado sobre el suelo y continuó su camino. El encargado yacía exangüe sobre la barra. Su cráneo había sido agujereado por la bala de un calibre no muy grande. Se agachó tras el mostrador, levantó una baldosa suelta y recogió el paquete. Colocó la losa en su sitio. Decidió no tocar nada más y salió de la gasolinera por la puerta trasera. Alguien había vaciado la caja.

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Montó en la furgoneta y persiguieron al vehículo negro. El hombre del suelo agonizaba con una mano sobre el pecho. Encendió tarde las luces. No vio la sombra que salía por la puerta trasera de la gasolinera hasta embestirla. La sombra salió despedida unos metros aterrizando sobre un cúmulo de nieve. Derrapó sobre el hielo al frenar y pasó por encima del atropellado de nuevo. Un poste eléctrico frenó el avance del coche y fue derribado.

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La luz de freno del coche se encendió a escasos metros de la furgoneta. Clavó el pedal y fue resbalando reduciendo lentamente la velocidad hasta chocar con el vehículo. La puerta del maletero se abrió. Dentro había un cerdo enorme. Escucharon un crujido y vieron el poste de la luz caer sobre su parabrisas. Murieron electrocutados en cuestión de segundos.

Está sonando: Los Piratas - Canción para Pris


2 comentarios:

Sr.zepa dijo...

¿Cómo que hasta yo pueda entenderlo? Encima que, posiblemente, yo fuera de los pocos (por no decir el único) que lo entendió como estaba antes. ¡qué ganas de ofender con el calor que hace!
En lo que respecta al relato te iba a decir que estaba bien y que el orden caótico estilo memento pero a lo bruto era una buena idea, pero después de la ofensa que me has hecho creo que es una patata infumable, una sarta de frases inconexas e incoherentes y un autor deleznable y aburrido.
(desde el cariño, ya lo sabes) ;)

Kineas dijo...

Yo que esperaba que fueses los suficientemente habilidoso para criticar mi relato al tiempo que me soltabas una serie de insultos gratuitos... Pero ya veo que no, o haces una cosa u otra. Pareces un Windows.

(Quizá me haya pasado con lo de Windows... pero te lo tienes merecido)